lunes, 8 de junio de 2015

EXISTEN OTROS GÉNEROS LITERARIOS COMO SON: Oratoria, historia y didáctico. LA DIDÁCTICA: Ensayo, diálogo, tratado, crítica.


LA DIDÁCTICA: Tiene la finalidad de enseñar. Algunos subgéneros didácticos son: Ensayo, diálogo, tratado, crítica.

ENSAYO: Es el subgénero didáctico más importante en la actualidad; escrito siempre en prosa, consiste en la exposición aguda y original de un tema científico, filosófico, artístico, político, literario, religioso, etc. Con carácter general, es decir, sin que el lector precise conocimientos especiales para comprenderlo.
¿Por qué tenemos religión? Por Yotor911 Resumen El fenómeno religioso se ha considerado y explicado desde muchos puntos de vista. Algunos lo han explicado desde el propio matiz religioso, como la necesidad  producto de un mandato divino, y por lo tanto, sin necesidad de justificación. En tanto, otras personas, en oposición a ese punto, la han explicado como producto y símbolo de ignorancia, incluso como un reflejo de debilidad y fragilidad mental. Planteamiento La religión se ha explicado de muchas maneras. Se habla de ella a partir de sus orígenes históricos, como fenómeno antropológico, como fenómeno social. Generalmente estos puntos de vista no están exentos de pasiones: desde los teólogos que toman como punto de partida la revelación bíblica y a partir de ahí justifican la existencia del mundo, hasta puntos radicalmente opuestos como los del positivismo, que considera a la religión  como el estado intelectual más primitivo de explicarse el mundo. Pero más allá de estas polémicas, tenemos frente a nosotros una pregunta mucho más profunda: ¿Por qué tenemos religión? Ese “por qué” lo podemos dilucidar a través de los conocimientos que nos proporciona la psicología. El ser humano es un ser limitado. Si suponemos al hombre (como especie, es decir, como hombre y mujer) en  su estado más primitivo, cuando ha satisfecho sus necesidades vitales y no corre ningún peligro, una noche observando la inmensidad de la bóveda celeste, se hace consciente de lo pequeño que es en relación al infinito. Piensa en los miembros del clan que murieron durante una cacería, por una enfermedad o por alguna enfermedad o cataclismo. Piensa en los fuertes animales a los que persigue o que lo persiguen. Se hace consciente de que es limitado y endeble. Este sentimiento es la angustia cósmica: la angustia ante lo infinito. En este estado de angustia, el ser humano busca una explicación a su limitación, entender el por qué siendo un animal tan débil, tan en desventaja, se encuentra en este mundo. Quiere saber cuál es su finalidad. Ante su finitud y las dudas sobre el sentido de su vida, le surge otra necesidad: la trascendencia. La trascendencia es la idea de que el ser humano tendrá una continuidad en su existencia, que todo aquello que hace no se pierde y acaba con la muerte. Los niños son, entre los seres humanos, los más frágiles y desvalidos. El niño tiene la necesidad de ser atendido y comprendido por aquellos que los rodean, por los adultos. Y a la vez, el niño se aferra a esas entidades superiores, sus padres y los ancianos del clan, de quienes recibe la protección y el conocimiento. El ser humano adulto comprende que al igual que el niño tiene en sus padres una entidad superior y protectora, también él requiere la protección de una entidad superior. En muchos casos se pensó a estas entidades con la misma estructura y jerarquía de la relación familiar: Un gran guerrero de la tribu, y la matrona del clan, después de su muerte, permanecen y trascienden: protegen al clan, propician la cacería, los defienden de otros clanes… y también siguen siendo objeto su sus pasiones: sienten ira, que manifiestas en el rayo, el temblor o la tempestad; también se alegran y dan la lluvia y la fertilidad. Son divinidades propias de cada clan, de cada grupo, de cada nación. Esta necesidad de aferrarse a una entidad superior y exclusiva es lo que origina el fenómeno religioso. Este fenómeno ha tenido matices diversos en cada época y zona geográfica, cada una ha tenido su propia cosmología, su sistema de creencias, su jerarquía de dioses y sus rituales; y ante la diversidad de dioses, también se piensa en que el propio, el de cada grupo es superior o único, y ha dictado un sistema de verdades que deben ser reconocidas por el resto de la humanidad. El hombre actual tiene esa misma necesidad de aferrarse a una entidad superior y exclusiva, que le dé sentido a su vida y al mundo que le rodea. Por ello nos encontramos frente al sentido absolutista que se le da a las religiones, al horóscopo, a la brujería o a la ciencia misma, cada una de ellas como un sistema de verdades absolutas e irrefutables, al que se deben doblegar  el resto de creencias hasta su desaparición. Conclusión La religión es una necesidad del ser humano que surge desde el momento mismo en que toma conciencia de su finitud y su debilidad. Esta necesidad de una entidad superior que explique el mundo que le rodea y el sentido de su vida y su trascendencia, no es característica únicamente del hombre antiguo. El hombre moderno sigue teniendo la necesidad de aferrarse a un sistema de creencias y a una entidad superior que le proporcione un sistema de creencias y verdades absolutas que den sentido al mundo y a su trascendencia. La religión, el horóscopo, la ufología y la ciencia, son algunos de los sistemas de creencias a los que se aferra el hombre contemporáneo. Bibliografía. Antaki, Ikram. Religión. Editorial Joaquín Mortiz. México, 2007. James, William. Las variedades de la experiencia religiosa. Ed. Península. 2ª. Ed., Madrid, 1994.

DIÁLOGO: Se hace la exposición de las ideas del autor mediante el debate entre varios personajes.

1. Fragmento de “Critias”, de los diálogos de Platón: SOCRATES: Ciertamente, Critias, concederemos su petición, y concederemos por igual con anticipación a Hermócrates, así como a usted y Timeo; yo no tengo ninguna duda que cuando llegue su turno dentro de un rato, él haga la misma petición que usted ha hecho. En orden entonces, de que él puede proveer por sí mismo un nuevo comienzo, y no ser obligado a decir las mismas cosas una vez finalizado lo suyo, déjelo entender que la indulgencia es concedida ya por anticipado a él. Y ahora, amigo Critias, anunciaré a usted el juicio del teatro. Ellos son de opinión que el ejecutante último era maravillosamente exitoso, y que usted necesitará mucha indulgencia antes de que pueda tomar su lugar. HERMOCRATES: La advertencia, Sócrates, que a usted le ha dirigido, también debe llegarme. Pero recuerde, Critias, que un corazón débil nunca ha conquistado un trofeo; y por esto usted debe enfrentar el argumento como un hombre. Primero invoque a Apolo y a las Musas, y a continuación oigámosle sonar las alabanzas y mostrar las virtudes de los ciudadanos antiguos. CRITIAS: Amigo Hermócrates, usted, que se coloca por último y tiene otro delante de usted, no ha perdido el corazón aún; la gravedad de la situación pronta será revelada a usted; mientras tanto, acepto sus exhortaciones y estímulos. Pero además de los dioses y de las diosas que usted ha mencionado, invocaría especialmente a Mnemosyne; pues para toda la parte importante de mi discurso dependo de su favor, y si puedo recolectar, y recitar bastante lo qué fue dicho por los sacerdotes y traído por Solón, no dudo que satisfaré las exigencias de este auditorio. Y ahora, no habiendo más de excusa, procederé.

TRATADO: Es extenso y dirigido a especialistas, es decir, requiere unos conocimientos previos.
 “Habiéndome escapado con premura y hallándome en Torrijos, decidime por continuar en solitario por ver si mi suerte cambiaba.
No dándome cuenta, apresurose la noche y cogiome sin cobijo y con el estómago vacío. Paresciome que era tarde para buscar alimento y como podía más el sueño que el hambre, dirigime a los pies de un monte a buscar lecho en el que dormir. Llegado al lugar, tras haber andado por un camino de piedras, fácil me fue dar con un buen fajo de ramas y paja para hacer una cama en la que dormir.
A la venida de la mañana, despertome el crujir de mis tripas y no habiendo ya remedio, salí en busca de alimento. Hallándome en el camino por el cual había andado el día anterior, aparescioseme la buena suerte. Divisé allende unas huertas, y si no fuere bastante la comida que allá hallare, veían mis ojos un carro lleno de cestas de mimbre con todo tipo de hortalizas.
Dirigime allí y comí todo lo que jamás hube comido. Apenas había acabado de comer cuando acurrióseme una idea. Iría montado en aquel carro, hasta que su dueño parase en el pueblo más cercano.
Encontrábame montado ya en el carro, y escondido bajo una áspera manta, y el dueño montó en el carro y sin mirar atrás azuzó a las acémilas a andar.
Despertome un gran alboroto, el carro estaba parado en la plaza de un pueblo, y era hora de mercado. Pensé que la buena suerte seguía conmigo. Bajé del carromato  y me encaminé a ojear los diferentes puestos, pensado ya cómo sacar provecho de todo aquello.
Guiáronme mis pasos al puesto más generoso. Una vez allí, mi mano deslizose, de cesta en cesta, de mesa en mesa, de barca en barca... y al pronto en el bolsillo no cabíame nada más.
De aquella manera pasaron dos días. Llegada la noche, acercábame al pórtico de la iglesia a esperar la mañana. Y una vez llegada, volvía a mi nuevo quehacer, que hacer tenía pues no por fin vi que con estas mañas no finaría nunca de hambre como antaño.
Al tercer día, encontrábame en mis mercadeos, cuando oí a dos hombres hablar:
- He oído que algún ladronzuelo anda por el mercado-dijo el más anciano.
- Sí y además se han organizado los mercaderes para atraparlo- dijo el otro en voz más baja.
En aquel momento paresciome que se había quedado olvidada la buena suerte en el pórtico de la iglesia. Decidí caminar hasta el siguiente pueblo cuanto antes en busca de un nuevo amo a quien servir y que bien velara por mí y mis nescesidades, pues no eran pocas".
Publicado por Martxelo en 18:40

CRÍTICA: Analiza y valora las obras o las acciones realizadas por otras personas.
Tema: Historia de la reconquista de España La cruzada que forjó una nación. Nemesio Rodríguez Lois, Editorial. Tradición, S.A. México, D.F. 12 de Abril de 1976. pág., 32. Palabras claves: dominación árabe, Dios, España. Tema del libro: La influencia directa de la divinidad en los acontecimientos de la conquista y dominación árabe de la península ibérica. Cita: “… Mahoma fue un hombre lascivo, que intentó justificar con falsas revelaciones una sensualidad desenfrenada, que no podían tener a raya ni las costumbres árabes ni las leyes del Corán. Dotado de verdadero talento, lo aplicó en los últimos años a hacer triunfar sus ideas religiosas y políticas, empleando sin escrúpulo los peores medios, como el asesinato, el robo y la mentira…”.

Crítica. En este texto, el autor trata los temas desde un punto de vista subjetivo, pretendiendo que en cada acontecimiento hay una intervención directa de la divinidad. Los datos históricos y su análisis es tendencioso y tergiversado, como en el párrafo citado, en el que menciona: “en la cual se dice Mahoma intentó justificar su lascivia y sensualidad desenfrenada, las cuales no podían mantener a raya ni las costumbres Árabes ni las leyes del Corán.” Y Posteriormente hace la referencia de que para justificar estos comportamientos, escribió el Corán. Es un error de lógica que confunde e incluso engaña al lector menos observador, pues sí Mahoma escribió el Corán a partir de las revelaciones que recibió, no podía contravenir las leyes del Corán.

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